sábado, 24 de enero de 2009

knowing more and more about less and less


Kitty tenía un talento natural para hacer hablar a la gente y resultaba fácil charlar con ella, sentirse cómodo en su presencia. Como me había dicho alguna vez el tío Victor hacía mucho tiempo, una conversación es como tener un peloteo con alguien. Un buen compañero te tira la pelota directamente al guante, de modo que es casi imposible que se te escape; cuando es él quien recibe, coge todo lo que le lanzas, incluso los tiros más erráticos e incompetentes. Eso era lo que hacía Kitty. Me lanzaba la pelota derecha al hueco del guante y cuando yo se la devlovía, ella recogía todo lo que entrara, aunque fuese remotamente, en su área: saltando para agarrar pelotas que pasaban por encima de su cabeza, echándose ágilmente a derecha o izquierda, corriendo hacia adelante para no perder las que se quedaban cortas. Más aún, su habilidad era tal que seimpre me hacía sentir que yo había hecho esos malos lanzameintos a porpósito, como si mi única intención hubiera sido la de lograr que el juego fuera más divertido. Me hacía parecer mejor de lo que era y eso aumentaba mi confianza en mí mismo, lo cual a su vez me ayudaba a realizar tiros menos difíciles para ella. En otras palabras, empecé a hablarle a ella en lugar de a mí mismo, y el placer que eso me proporcionó fue mayor que ninguno que hubiera experimentado en mucho tiempo.


Paul Auster, El palacio de la luna

M. Ward - Never had nobody like you

2 comentarios:

A.G. Pym dijo...

Muy bueno el texto. Interesante comparación. Completamente de acuerdo con el amigo Paul. Por cierto, ¿has visto la peli de la foto? ¿Quizás en Xixón? Tiene muy muy buena pinta...

Nos vemos.

P.d. La verdad es que la canción de M. Ward es totalmente continuista, pero no por ello menos disfrutable. Muy chula.

Anónimo dijo...

Auster no es amigo, pero sé de muy buena tinta que sus fragmentos son dignos de estar en este espacio.

Buena elección.