miércoles, 13 de agosto de 2008

Soy sólo a ratos




Belén Gopegui afirma que la poesía de Leopoldo María es una constante negación de los lugares. La negación, el malditismo, la locuara no son un lugar. Sus textos lo desmienten. "Sus textos, implacables, continúan deshaciendo el asilo, los lugares secretos y sagrados. Se borran los poemas en la página, se desintegra el autor, las citas son de nadie, la extrañeza sigue al exceso de extrañeza, el verso deslumbrante crece entre secreciones, el pus y las escamas, para que nadie pueda jugar a las casitas con sus poemas, para que nadie los convierta en puertecillas y diga: mirad, por aquí se entra a un mundo superior."
Belén Gopegui dice todo esto con una gran sabiduría, y luego elige el poema "de amor" casi como una concesión, "como saber que, por ahora, sólo tenemos lo que no hay y verlo, sin embargo, ahí escrito mientras dura el poema."
(A.Delgado)

Al fin llegaste tú para mecer

en tus brazos el cadáver de mi alma

con la sonrisa de una muerta,

para decirme que la muerta habla

para hacer el amor en la ceniza.

Al fin apareciste en medio del más puro

vacío-donde no quedaban

ya ni nombres ni palabras, ni siquiera

mi recuerdo en el mundo, en mí mismo:

al fin llegaste tú como un recuerdo.

Si aun siendo imposible que dejes de amarme, no obstante

tu corazón ciego se empeña en que me olvides

seré entonces yo el Imposible, seré

yo quien por entero encarne en cera

el rostro blanco de lo Imposible. Pero has venido aquí

como si te marcharas para siempre, a decirme

que aún queda una Verdad. Y ya has vencido

al agujero negro que hay detrás del alma

y que espera sólo vernos caer, que nos espera.

Y comprendí que yo era. Y que si aún sería

“entre los muchos hombres uno sólo”

como me dijo un traductor de Ausías

lo sería

sí, pero siendo ese desierto

habitado por ti,

que eras también uno solo.

Y te ofrecí el desierto como un premio

y la soledad, para que la habitaras

sin jamás empero alterar su pureza;

te ofrecí , te ofrezco

mi destrucción. Y te dije tan sólo

de mí que antes

de ti el presente era una forma del pasado;

y que esperar era una forma de faltarme el tiempo

oyendo sólo, en el horizonte de la espera, el eco

de una música en que todo

calló como si nunca hubiera sido, y que sabía

que hacerlo le fue fácil, porque todo

tiene vocación de no haber sido; hasta la cosa

más simple quisiera

desaparecer. Pero llegaste tú para habitar ese eco

y dar sentido a la voz que habla sola

porque sabe –sabía– que era esa

la forma en que hablan todos y, la única

forma de hablar posible, Y que besaste

suavemente en la boca mi baba,

que manchó una vez el papel en blanco.

Llegaste tú, y quisiera

haber sido açun menos, y arrepentirme aún más

de mi vida que otro vivió por mí.

yo no soy quien me llamo: sólo tú me nombras.

Yo no soy, ni eres tú, esta sombra que llamo

para que hable de ti como lo haría

la lluvia que no dejó nunca de caer; para ofrecerte tu reflejo

en el agua de un océano bajo la que alguien

dicen que está muerto-quizás tú que me sonries.

Y me dijiste: la muerte habla, y te contesto:

sólo los muertos hablan, entre ellos.

No te ofrezco ningún gozo, sino sólo la dicha

Fecunda de la imposibilidad, como aguijón continuo

de la invisible vida de nuestro amor. Te digo sólo:

escucha cómo muere ese insecto-y te enseñé

en la mano una mosca muerta, y dije

he aquí nuestra riqueza. Y añadí: aprende

a no gritar jamás lo que nos amamos. Baste

susurrarlo, basten

tus labios para no decirlo:

porque amor no ha sido aun forjado

y si nadie ama como tú y yo podríamos

hacerlo: sólo lentamente, inventando

la flor que no existió: si tú y yo ahora

nos amamos, habremos amado por primera vez.

No te ofrezco ningún gozo, sino sólo la lucha

De la hermosura subjetiva por ser cierta,

Sino sólo el placer

de una agonía larga y segura porque única-

mente cuando muere se sabe

que fue la dicha. Este elefante muerto, esta búsqueda

de lo definitivamente perdido, esta espera

que sólo espera hallar su propio discurso.

Te aguardo

al final del camino: no te ofrezco

ningún gozo:

acompáñame a la tumba.


Okkervil River - John Allyn Smith sails

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