miércoles, 11 de febrero de 2009
fraude
La paradoja de la fraudulencia consitía en que cuanto más tiempo y esfuerzo invertías en resultar impresionante o atractivo a los demás, menos impresionante o atractivo te sentías por dentro: eras un fraude. Y cuanto más fraude te sentías, más te esfrozabas en transmitir una imagen impresionante o agradable de ti mismo para que los demás no descubireran a la persona vacía y fraudulenta que realmente eras. Por lógica, lo normal sería pensar que en cuanto una persona supuestamente inteligente de diecinueve años fuera consciente de esta paradoja, dejaría de ser un fraude y se conformaría con ser él mismo (fuera lo que fuese) porque se daría cuenta de que ser un fraude era una regresión infinita y viciosa que al final solo conducía a estar asustado, solitario, alienado, etcétera. Pero esta era la otra paradoja, de orden superior, que ni siquiera tenía forma o nombre: yo no lo hacía, no podía hacerlo.
David Foster Wallace, "El neón de siempre" (Extinción)
Bright Eyes - False Adverstising
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1 comentario:
Muy buena peli sí. Aunque a veces las tramas enrevesadas como la de Zelig, que por cierto fue la primera de Woody Allen que vi, también resultan de lo más efectivas...
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